Los zombis tenemos fama de ser
bastante básicos y estúpidos. Y es verdad. Pero bueno, el tema no estaría tan
mal si realmente lo fuéramos a todos los niveles. A fin de cuentas, correr de
un lado para otro como idiotas buscando comida (en este caso, cerebros)
haciendo uso de apenas un par de procesos cognitivos básicos es lo que hacen
los animales, y están bastante bien considerados por lo general entre los no
infectados. No, lo malo es que somos plenamente conscientes de todo lo que no
sucede, pero no podemos evitarlo.
De alguna manera nuestras mentes
siguen funcionando igual en la intimidad, pero a nuestros cuerpos parece
dirigirlos un instinto muy básico, moviéndonos entre dos modos: comer y caminar
lentamente como tontos hacia la comida. Eso si te quedan piernas. Hablo en
plural porque deduzco que no tengo nada de especial y a los demás les pasará lo
mismo, pero ya sabéis, nos es imposible cualquier forma de comunicación. Si vosotros
estáis leyendo esto es por una simple exigencia narrativa, nada más.
Nuestros días se parecen mucho
unos a otros, la verdad. Bueno, el ciclo de día y noche a veces se nos hace un
poco raro, porque aunque el sol salga y se ponga, eso no interfiere para nada
con nuestras rutinas, así que a veces no tengo muy claro el distinguir entre
cosas que pasaron hoy, ayer, antes de ayer, etcétera. Por ejemplo, hoy. Salió
el sol, claro, y nosotros seguíamos a la nuestra: dar vueltas como imbéciles a
esperar a que pasara algún grupo incauto de humanos. Viajo con un grupo de cien
o doscientos, más o menos. Tampoco me he parado a contarlos, además de que nos
parecemos mucho y es un lío.
Recorrimos unos cientos de metros
en apenas tres horitas, gritando y gimiendo, a un lado de la carretera. Otro
zombi se chocó bastante torpemente contra una furgoneta abandonada en mitad del
asfalto, y debía de tener el cuello bastante delicado porque con el choque el
tendón se le rompió y la cabeza le fue a parar al suelo. Espero que se
entretenga de alguna forma a partir de ahora. En cualquier caso, se oyeron
ruidos fuertes justo en la otra dirección, y hala, media vuelta. Como no nos
cuesta caminar ni nada…
Eran ruidos de disparos,
obviamente. De momento ningún otro animal que no sea el humano ha desarrollado
la capacidad de disparar un arma, que yo sepa, así que solía ser buena señal. O
no, porque también podían matarte. Si a mí me mataran, la verdad es que me iba
a dar igual, pero no sé. Igual hay gente apegada a esta vida de zombi, así que n
dejaba se suponer cierto peligro también. Pero nuestro instinto nos empujaba
hacia allí, a por comida, aunque nuestro metabolismo llevara meses muerto y no
la necesitemos para nada.
Era una pelea, o algo así. Había
como cuatro humanos de un lado y dos del otro, disparándose los unos a los
otros mientras se escondían entre lo que quedaba de una gasolinera. Nunca
entendí esa necesidad de conflictos que parece afectarles tanto a los no
infectados. Qué incivilizados. De alguna manera, yo me he sentido muy integrado
en el colectivo zombi, y sin embargo ellos, que poco a poco se van
extinguiendo, en lugar de hacer piña, se matan entre sí cada vez más
violentamente. Por una parte me entristecía, pero por otro lado se me abría el
apetito al pensar en que probablemente se matarían entre ellos, derramando
todas sus vísceras calientes por el suelo…
Llegaron refuerzos para los que
estaban en inferioridad numérica, desde el otro lado. Se les veía bastante
apresurados. Nos estaban viendo llegar lentamente y tendrían que acabar con
aquello pronto. Como digo, muy violentos. Llegamos inocentemente a devorarles y
nos reciben con una salva de disparos. Se cargaron a unos cuantos, pero
seguimos llegando más y más. La gasolinera estaba vallada con una alambrada
bastante precaria, y empezamos a agolparnos en torno a ella. Caí al suelo y
desde ahí pude ver más o menos como avanzaba el enfrentamiento. La cosa entre
ellos estaba ahora como en quince contra dos. Estaba deseando comerme a esos
dos ya mismo, claro. Sin embargo, a esos llega un tipo que parecía el líder y
en vez de degollarlos, partirles las piernas, o cualquier cosa que nos lo
dejara un poquito más fácil, va y les revienta el cráneo con un bate. Pero a
papilla, eh. Que no le vamos a hacer ascos a una cabeza hecha pulpa, pero nos
gusta más abrirla nosotros mismos y comernos el cerebro entero. No se puede
tener todo en esta vida.
En cualquier caso, la valla se
vino abajo, y como estaba tirado en el suelo, me pasaron por encima todos los
demás. Se tiraron sobre todos los cadáveres como malos bichos, y las tripas
saltaban de un lado para otro. Los vivos consiguieron escapar, aunque algunos
de los nuestros los siguieron un poco. Fueron rápidos, así que ni les rozamos. Que
me quedé sin comer, vaya. Luego para colmo, al levantarme, un trozo de mi
pantalón viejo se enganchó con la alambrada y no fui capaz de salir.
Y aquí estoy. Llevo ya… Bueno,
espera. Esto pasó antes de ayer, creo. No sé. Que me aburro y tengo hambre.
Menos mal que oigo ruidos ya y con algo de suerte me empujan y salgo de esta.
Además, aunque no hablemos tener compañía siempre es grato. Juego a intentar
distinguir a unos de otros, y como es bastante difícil da para un rato. Ah,
mierda, estos están vivos. Y parecen bastante enfadados. Igual conocían a los
del otro día. Uno saca un cuchillo. Eso, acércate, que con suerte te pego un
mordisco. Y… Ah, casi lo agarro, casi casi… Oh, mierda, el cuch